A propósito de la consulta sobre la hidrovía amazónica. Una contribución para próximas consultas.
Por Manolo Berjón y Miguel Ángel Cadenas*
Servindi, 2 de octubre, 2015.- Como es sabido en setiembre 2015, en la ciudad de Iquitos, varias federaciones indígenas integradas en AIDESEP, dieron el visto bueno al gobierno para iniciar la hidrovía amazónica, dando por concluido la etapa de consulta. Con este aporte queremos ayudarnos a nosotros mismos a pensar lo sucedido. Una primera parte tendrá en cuenta aspectos que condicionan el diálogo, y una segunda parte, más narrativa, invita a una conversación más intercultural desde el marco de los pueblos indígenas.
I.- Algunos puntos para tener en cuenta
1. Los megaproyectos que se están queriendo implementar en la Amazonía nos deberían hacer pensar en la “acumulación de impactos”. Sin embargo, negociar con los pueblos indígenas, proyecto por proyecto, evita pensar en la acumulación. El árbol no deja ver el bosque. Si a la hidrovía le sumamos las represas en el Marañón, el proyecto de electrificación Moyombamba – Iquitos, los lotes petroleros, el tren, las carreteras Bella Vista – Mazán – El Estrecho y Genaro Herrera – Colonia Angamos…, rápidamente percibimos la estrategia del Estado de fragmentar los proyectos para evitar una negociación integral que permitiera a los pueblos indígenas exigir mayor respeto a su territorio y plantear la acumulación de los impactos. El encargado de dirigir el proceso debiera ser el gobierno al más alto nivel. Fragmentando, el Estado envía a alguno de sus ministerios a negociar. Cuando surgen reclamos históricos de los pueblos indígenas, el Ministerio de turno saca cuerpo indicando que eso no es su competencia y que debemos ceñirnos a la reunión. Fragmentar para negociar a lo pobre. Resultado: los reclamos históricos de los pueblos indígenas no son objeto de conversación.
2. El manejo del tiempo es decisivo en cualquier proceso de consulta e interlocución. El gobierno, después de haber sido obligado por los jueces a realizar la consulta, aceleró el proceso. En nuestra opinión por dos motivos: por un lado, para poder realizar la licitación internacional lo antes posible, que se desarrolle durante el periodo del agotado presidente Ollanta Humala. Y segundo, porque así los indígenas no tienen tiempo de asesorarse convenientemente. Hay que anotar que no hay estudios de sedimentos en los ríos amazónicos y no hay forma de saber los impactos que causará tal hidrovía. La rapidez evita que se puedan hacer estos estudios que obligaría a tener demasiadas cosas en cuenta. Ojos que no ven, corazón que no siente.
3. Tratamiento sobre el cuerpo. Los cuerpos indígenas amazónicos “se fabrican” por medio de comida, rituales, fluidos corporales, eméticos… Pues bien, hay tres aspectos que deseamos registrar. Pudiera ser que estos elementos no los haya pensado el Estado, entonces hablaríamos de incompetencia. Si los ha pensado, y no ha puesto solución, estamos hablando de mala fe.
El aire acondicionado. Durante los 5 días de reunión se programaba la temperatura entre 17°C y 21° C. Si tenemos en cuenta que la temperatura ambiente oscila entre los 28°C – 32°C, generamos una situación de frío. Quien programaba el aire acondicionado eran o los trabajadores del hotel o “los limeños”, tanto asesores de pueblos indígenas como funcionarios varios. Dos son las consecuencias: los amazónicos tenían que salir más veces a orinar, y salir por gripe o dolor de garganta. En ambas tesituras, la consecuencia es la misma: sacar a los indígenas de la reunión. En cambio los limeños tienen el cuerpo acostumbrado a temperaturas más bajas, lo cual les confiere una ventaja nada despreciable.
En dos oportunidades se quejaron los indígenas de la comida, principalmente del desayuno: un pan, un dulce y un café no son suficientes para los indígenas, acostumbrados a otras comidas y otros ritmos. Así hasta la 1.00 p.m. Demasiado, compañero. “Mejoramiento de rancho” se clamó en varias oportunidades, haciendo caso omiso a la petición.
Postura corporal. Estar sentados tantas horas no es costumbre en pueblos indígenas. El cuerpo se entumece y no se puede pensar bonito.
4. Mecanismos de control. En esta oportunidad nos referimos a dos de ellos.
El micrófono. El manejo del mismo que tuvo el “facilitador” del Ministerio de Cultura implica una clara ventaja del gobierno, no fue imparcial. Un “facilitador” que resume las intervenciones, selecciona. Y toda selección es una toma de postura política. Se cambia el orden de las palabras, se pone énfasis en otras y otras, simplemente, se silencian: bien por ser incómodas, bien porque no le han parecido importantes al “facilitador”, bien porque las excluye directamente. El que selecciona, ejerce el poder. Trabajo limpio para controlar la conversación. El control retórico es sutil. Por supuesto, el “facilitador” concede la palabra por el orden que desea. Incluso, en varias oportunidades, se pidió traducción y se demoró casi una hora antes de dar paso a la misma, porque el “facilitador” así lo consideró oportuno. Tampoco hay que ser ingenuos, los indígenas, en alguna oportunidad, pedían traducción para ganar tiempo.
Formas suaves:
Chistes para suavizar las tensiones, para crear un clima de empatía.
Apelar a la buena voluntad. Retórica suave dentro de un plan inmisericorde. La utilización de la palabra “hermanos”, “yo creo en todo esto”, “créanme”…, forma parte de la retórica de buena voluntad que esconde otros intereses, nada angelicales, por otro lado.
La escritura. El que escribe, decide y manda. En la escritura hay relaciones de poder. Los blancos estamos más acostumbrados a la escritura, a los indígenas les cuesta más. La “ciudad letrada” se impone implacablemente. Hay que encontrar salidas a la escritura para los procesos de consulta si queremos que haya condiciones interculturales mínimas. Los “malos pasos” ejemplifican la dificultad de la escritura para pueblos indígenas.
5. “Malos pasos”. Se introdujo en Nauta un cuestionamiento a este concepto, fruto de una reflexión sobre el lenguaje. Lo que el Estado nombra como “malos pasos”, los pueblos indígenas lo denominan como “bancales”, lugares de reproducción de los peces, entre otros. En la reunión de Pucallpa, con el cambio de asesores de los pueblos indígenas, se mantiene el tema de los “malos pasos”, pero se rebaja: de su cuestionamiento a una simple aclaración. Error, o ingenuidad, como prefieran. El lenguaje configura la realidad. En la reunión de Iquitos, el MTC informa que su definición de “malos pasos” no corresponde a la de la Marina de Guerra del Perú, y pasa piola. El MTC consigue nombrar la realidad: “malos pasos”. Los pueblos indígenas que tienen que aprobar un montón de medidas y están cansados, lo dejan pasar. Victoria pírrica del MTC, con graves consecuencias para los pueblos indígenas y para el medio ambiente. El poder ha conseguido nombrar la realidad. La hidrovía implica, entre otros temas sustanciales, el “dragado” de “malos pasos”. Increíblemente desaparece de la conversación.
6. Muchas intervenciones reflejaban la incomprensión del proyecto. La discusión sobre aspectos laborales estaba de más, dado que este proyecto no está pensado para muchos puestos de trabajo. Los razonamientos sobre la concesión del río sobraban, dado que no es su propósito. La conversación sobre la arena del dragado rizaba el rizo. Parece que no solo los teólogos discuten sobre el sexo de los ángeles. Faltaba asesoría técnica que comprendiera el proyecto. No es suficiente con la asesoría legal.
Tenemos el deseo que estas breves notas contribuyan para pensar mejor los procesos de consulta. Dado que, como hemos demostrado, continúan dándose relaciones gravemente asimétricas. Cabe terminar expresando el cariño y la admiración por todas las personas de buena voluntad que participaron en la reunión, a pesar que el marco en el que se desarrolla la conversación es profundamente desigual. La ausencia de ambientalistas en todo este proceso es inexplicable.
II.- Karwara / Yacuruna
En las noches aparece la lancha fantasma en los ríos. Una luz se divisa a los lejos, como una lancha con sus luces encendidas, pero no termina nunca de arribar. De repente desaparece en el río, se introduce en sus aguas, como purahua, muiwatsu. En ella viajan los yacuruna, karwara. Tapando el poto / trasero de muiwatsu está la palometa. Cuando se separa la palometa salen, fundamentalmente, del interior de muiwatsu, el yawarachi y la yulilla.
De vez en cuando los karwara desembarcan a media noche en las comunidades para las fiestas, enamorando a las jóvenes. Los karwara aparecen como apuestos jóvenes. Su baile es delicado y su conversación amable. Su sombrero es una raya; su reloj, un cangrejo; sus lentes, el dentón; sus zapatos, las carachamas; su cinturón, una boa; su bastón, una atinga o una macana bufeo; su nariz se adorna con dos callu callu, por eso no se deja mirar de frente, siempre agachado o de espalda. Su bandeja es la charapa; su banco, la taricaya; y su canoa un lagarto. Cuando amanece, el karwara / yacuruna tiene prisa por regresar al río, abandonando las promesas realizadas en la noche a las jóvenes.
Estas son parte de las narraciones ante la llegada de vapores como el “Tirado” y el “Huallaga”, entre otros, de 80 y 50 toneladas respectivamente, a mitad del siglo XIX, fruto del tratado de navegación con Brasil. Poco tiempo después, aparece el infausto boom del caucho permitiendo el desarrollo de ruedas para bicicletas y carros, entre otros, en USA y Europa, a costa de la sangre de miles de indígenas. Las descripciones sobre el muiwatsu y karwara reflejan una caracterización de los señores y los vapores de la época.
Ahora el Estado propone la construcción de la Hidrovía Amazónica. De igual manera, con tiempo, los pueblos indígenas encontrarán narraciones para domesticar estos acontecimientos. Los ríos no son ninguna carretera de agua. Nos preocupa que la matriz cultural del mega-proyecto no incorpora las sabidurías indígenas. Los conocimientos indígenas son únicamente un pequeño acápite, sin mayor interés, que valida el mega-proyecto quedando otra vez relegados, ocupando territorios indígenas y despojándoles de su uso tradicional y político.
Desde la matriz cultural indígena aspiran a una “vida plena”. Consideramos que el punto de partida desde donde abordar sus aspiraciones y dificultades sea esta “vida plena” que proponemos como un marco desde el que mantener la conversación. Una conversación que, en el caso de la hidrovía, nació truncada y maltrecha.
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*Manolo Berjón y Miguel Ángel Cadenas de la Parroquia Inmaculada – Iquitos.