9 meses tras el derrame de crudo del oleoducto amazónico, las secuelas y el miedo continúan

CRÓNICA. LOS PROBLEMAS NO HAN TERMINADO. DESDE EL DERRAME OCURRIDO EN TERRITORIO DE LA COMUNIDAD CUNINICO EN AGOSTO DE 2014, HASTA LA FECHA, NO HA CAMBIADO EL DRAMA QUE VIVE LA COMUNIDAD. EL PETRÓLEO SURGE NUEVAMENTE DE LAS AGUAS.

Barbara Fraser, 7/4/2014, traducción de Juan Carlos García Gil.
Cuando la compañía estatal petrolífera de Perú trabajó en este pequeño pueblo indio Kukuma a mediados de diciembre tras limpiar una fuga de crudo de un oleoducto, sus residentes pensaron que la vida podría volver poco a poco a la normalidad.
Sin embargo, más de tres meses después, restos de crudo flotando por el río Cuninico –junto con una gran fuga en la comunidad vecina de San Pedro– son el recordatorio de que los problemas no se han terminado.
«La fuga ha violado nuestros derechos,” dice Galo Flores, el apu o presidente de Cuninico. “Ha afectado a nuestra vida entera, pero especialmente al agua, ya que ahora no tenemos agua segura para beber”.
Cuninico ha llevado el caso a la Corte Constitucional de Perú con una demanda que nombra a la salud peruana, agencias medioambientales y de supervisión reguladas, así como al Ministerio de Energía y Minas y a Petroperú.
«El gobierno ha fracasado en su propósito de cumplir con su responsabilidad de proteger la salud y medioambiente, y este fracaso se debe a una negligencia,” dijo el abogado Juan Carlos Ruiz del IDL (Instituto de Defensa Legal) en Lima, que archivó la demanda en febrero en nombre de Flores y la comunidad.
La fuga en junio de 2014 vertió más de 1600 barriles de crudo en el canal oleoducto en el bosque aguas arriba de Cuninico, matando peces y otros animales y contaminando el río que esta comunidad utiliza para beber, cocinar, lavar y bañarse.
La limpieza trajo consigo cientos de empleos para los residentes locales, pero una vez terminada en diciembre, los trabajos desaparecieron.

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Pescador de Cuninico, febrero 2015. Foto: Bárbara Fraser.

Antes de la fuga, la pesca era un recurso clave para la comida e ingresos de las familias locales. Pero los compradores ahora se mantienen alejados del pescado de Cuninico. Petroperú dejó de suministrar comida cuando la limpieza terminó a mediados de diciembre.
Y ahora la contaminación ha vuelto. 
Al término de cada año, las fuertes lluvias en los nacimientos de los afluentes amazónicos hacen que los ríos aumenten y desborden su cauce. En lugar de ir andando de una casa a otra, los aldeanos reman en canoa.
Cuando las aguas crecen, los peces nadan de del río a los lagos internos a desovar. Cuando las crecidas bajan cinco o seis meses después, los campos y bosques están cubiertos totalmente con una nueva capa de cieno rica en nutrientes. Ese ciclo sostiene la vida rural en el Amazonas.
Pero a medida que el río Marañón y Cuninico crecen, el agua vertida por encima del límite de los dispositivos de contención de crudo de Petroperú para el canal del oleoducto queda perjudicada.
A principios de Enero, Flores y otros aldeanos remaron en un pequeño bote al canal, siguiendo un camino que había estado varado seis meses antes. Cuando tantearon que el fondo del canal con una pértiga de seis pies de longitud, empezaron a subir a la superficie burbujas brillantes acompañadas de un fuerte olor a crudo.
Dos meses después, el agua era demasiado profunda para alcanzar el fondo con la pértiga, pero pudieron remar a áreas que antes eran inaccesibles.
Cerca del que fue el punto del epicentro de la fuga, flotaba una hilera de crudo donde los trabajadores habían echado petróleo recuperado en barriles y acumulado sacos de vegetación llenos de crudo. 
Cerca del río Cuninico, sacos de botas llenas de petróleo, guantes y trapos inundaban lo que había sido una zona de almacenamiento. 

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Los aldeanos se quejaron de erupciones cutáneas, dolores de cabeza y enfermedades estomacales cuando bebían agua del río o se bañaban en ella. Pero el pueblo no tiene suministro de agua potable, de manera que los ríos Cuninico y Marañón son la única fuente posible.
El oleoducto data de 1970, cuando la producción de petróleo comenzó en el norte del Perú amazónico. Durante las primeras dos décadas, Occidental Petroleum y Petroperú operaban los campos.
Recientemente, cinco comunidades achuar en el Río Corrientes anunciaron un arreglo sin necesidad de acudir a los tribunales que terminó con una demanda por contaminación de una década de duración contra Occidental Petroleum (NYSE:OXY) en los Estados Unidos.
El acuerdo se produjo en septiembre de 2013, pero fue anunciado en marzo de 2015. El acuerdo prohíbe a las partes revelar los términos, que incluyen un fondo que los líderes achuar dicen sería usado para proyectos como piscifactorías, educación y salud.
El grupo argentino Pluspetrol se encargó de los dos arrendamientos petrolíferos en 1996 y 2001, pero Petroperú aún opera el oleoducto que transporta crudo desde el Amazonas por los Andes hasta la costa del Pacífico.
El arrendamiento de uno de los campos petrolíferos –originariamente llamado Bloque 1AB y ahora renombrado Bloque192– expira en agosto, y las comunidades indígenas a lo largo de los ríos Corrientes, Pastaza y Tigre, todos ellos afluentes del Marañón, han estado intentando negociar una compensación por la contaminación sufrida en sus tierras. El otro arrendamiento, en el Bloque 8, expira en 2025.
A mediados de marzo, las federaciones indígenas de esas cuencas y el Marañón bajo llegaron a un acuerdo de gran alcance con el gobierno peruano para estudios de salud y asistencia médica, un fondo de descontaminación medioambiental, proyectos de desarrollo y agua potable.
El gobierno está instalando plantas de tratamiento de aguas temporales en 65 ciudades en las cuatro cuencas y se están estudiando 44 comunidades adicionales. Cuninico está en el grupo de estudio, pero los oficiales no prometen nada.
Incluso aunque fuese seleccionada, la instalación se produciría meses más tarde, ya que las plantas se construyen a medida para eliminar sustancias contaminantes específicas encontradas en análisis concretos en cada comunidad.
La comunidad vecina de San Pedro, donde se produjo en noviembre una fuga aún más grande de 7800 barriles, ha recibido una planta de tratamiento de aguas, aunque, a comienzos de marzo, no funciona todavía.
Cientos de trabajadores están limpiando esa fuga y redireccionando el petróleo recuperado hacia el oleoducto. Los oficiales de Petroperú dijeron que esperan terminar el trabajo en abril y que el equipo regresará a Cuninico para una limpieza más a fondo cuando los niveles del agua disminuyan.
Sin embargo, Flores se preocupa por la salud a largo plazo y el impacto medioambiental. Su comunidad todavía carece de agua segura y la gente dice que el pescado que consiguen sabe a crudo. El pescado de las comunidades lejanas se vende a tres veces el precio previo al derrame.
«Somos los únicos que vamos a sufrir», dijo Flores. «Somos personas. No animales. Aunque esto ni siquiera es saludable para los animales».

 
Tomado de:  http://es.mongabay.com/news/2015/es0330-fraser-amazon-oil-spill-peru-mrn.html